"Durante sus últimos años de vida, el médico y escritor británico Thomas Browne se dedicó a recopilar una suerte de museo de papel donde quedase constancia de libros, objetos y pinturas que habían gozado de fama y prestigio en tiempos pretéritos pero que, por esas circunstancias tan propias del devenir histórico, habían desaparecido para siempre jamás.
Sólo pudo realizar un breve sumario antes de que la muerte secara la tinta de su pluma, epítome que fue publicado póstumamente con el título de Musaeum Clausum sive Bibliotheca abscondita or some remarkable books, antiquities, pictures and rarities of several kinds, scarce or never seen by any man now living.
Browne, definido por su biógrafo Samuel Johnson como un gran sabio que convierte su sabiduría en diversión, imaginó esta magnífica colección de maravillas a modo de imitación de los gabinetes de curiosidades que tanta fama alcanzaron en la época que le tocó vivir, el nunca suficientemente valorado siglo XVII. Cámaras de maravillas donde se daban cita todo tipo de rarezas nunca antes vistas, desde cuernos de unicornios hasta plumas de aves del Paraíso pasando por monedas romanas o tratados inverosímiles, en cuyas páginas se contenían conocimientos sólo accesibles a un selecto grupo de estudiosos capaces de entender lo que en su interior se contenía".
(De mi "Biblioteca Magica, Bibliotheca Abscondita. Sobre opúsculos, folletos y ensayos de conocimientos secretos jamás imaginados", aportación al catálogo de la exposición La Bibliotheca Magica, Madrid, UCM, 2007, pp. 51-57).
Hay conocimientos que no están (nunca podrán estar) al alcance de todos. En esto, y no en otra cosa, consiste el hermetismo erudito.
Copyright del artículo © Mar Rey Bueno. Reservados todos los derechos.