Detrás de este proyecto siempre estuvo un inteligente productor, Val Lewton, quien quiso que sus guionistas enriquecieran un artículo sobre el vudú, publicado por Inez Wallace en ls American Weekly Magazine, con elementos tomados de Jane Eyre.
La protagonista es Betsy Connell (Frances Dee), una enfermera canadiense contratada para cuidar a Jessica, la esposa de Paul Holland (Tom Conway), propietario de una plantación de caña en la isla caribeña de San Esteban.
Betsy conoce al hermano de Paul, Wesley Rand (James Ellison), y pronto descubre que éste esconde algún secreto relacionado con Jessica. De hecho, la mansión de los Holland parece el escenario de un melodrama gótico, con los fantasmas del pasado enturbiando el presente.
Descendientes de esclavos africanos, los lugareños practican ritos religiosos ancestrales y creen en el poder del vudú. Un poder que también tiene su efecto en Jessica Holland.
Comentarios y referencias
“De I Walked With a Zombie –escribe Tomás Delclós– me interesó su desconfianza en la causalidad, su nulo fervor por las pautas que explican, hacen, nuestra cultura occidental y que tanto utilizamos para medir la ‘antigüedad’ de otros desarrollos populares que nuestro orgullo cultural estudia curioso pero a los que niega su capacidad de progreso porque, en definitiva, llevan otra línea de adelanto.
(...) I Walked with a Zombie tiene la valentía de dejar pendientes unas interrogaciones irresistibles para el instalado ciudadano de nuestras urbes.
Irresistibles porque son mágicas. No se trata de un juego astrológico ni menos aún de la compasiva contemplación de un lunático. Lo trágico de la creencia vudú (trágico para nosotros, claro está) es que explica los hechos tan bien, o mejor, que la sabiduría cartesiana. Los explica y su propia narradora es la primera convencida (de ahí la afirmación inicial, y el testimonio gráfico, de que ella paseó con un zombie)”.
"¿No hay que maravillarse de que un realizador tan servicial haya sabido iluminar la mayoría de sus intrigas desde este ángulo tan particular? –escribe Michael Henry Wilson– Parece haber heredado de Murnau el sentimiento trágico de la vida y la obsesión por las potencias maléficas, tras verlo en Nosferatu y Tabú.
'Aquí no existe la belleza, sólo la muerte y la podredumbre', exclama Tom Conway, el héroe esplénico de I Walked With a Zombie, frente al cielo constelado y al mar fosforescente. Si los peces voladores saltan, es de terror. Si el océano centellea, es gracias a las miríadas de organismos en putrefacción.
'Lo bueno perece en estos parajes... también las estrellas'.
Frances Dee, la enfermera que vino del norte, va a descubrir que San Sebastian dista de ser un paraíso. Desde que la isla fue profanada por el pecado original de la esclavitud se agitan en ella antiguas maldiciones. Quien crea entrever el Edén debe constatar, acto seguido, que éste ha sido devastado, que se ha perdido irremediablemente.
En una palabra, hay un misterio Tourneur, proveniente, en primer lugar, de su extraordinaria modestia. (...) Tourneur calcula sus efectos mejor que sus hechiceros; le basta con susurrar o murmurar. Sus actores hablan a media voz; a veces hay que aguzar el oído para entender sus palabras, un tono por debajo del de las películas corrientes.
A menudo, lo proferido en los diálogos es menos importante que la intensidad de los silencios; que lo sugestivo de un efecto sonoro; que el timbre ensordecedor de una voz en off, una de esas voces a las que se concede el privilegio de resucitar antiguos hechizos o lejanas mitologías".
Michael Henry Wilson, Jacques Tourneur ou la magie de la suggestion, Paris: Centre Pompidou, 2003, p.13-19.
Película programada en la Filmoteca Española.
Copyright de la traducción de los comentarios y referencias (editados en el programa de mano del Cine Doré) © Filmoteca Española. Reservados todos los derechos.